Desarrollo Humano

El desarrollo humano, paradigma rector del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), es un proceso encaminado a ampliar las oportunidades de las personas mediante la creación de capacidades que permitan mejorar sus vidas. En este contexto, el desarrollo de los países se concibe como el desarrollo de las personas, quienes participan de manera activa en los procesos que determinan sus vidas. Por lo tanto, el crecimiento económico es un medio importante para el logro del desarrollo humano, pero no es la meta última.

 

El desarrollo humano plantea que las personas deben ser el centro de las políticas públicas sin distinción de características geográficas, ciclo de vida, ubicación urbana o rural, género, orientación sexual, o situación socioeconómica. Se sustenta en el objetivo último de lograr la universalidad de las políticas sin discriminación, como base para construir capacidades y empoderamiento para el ejercicio de derechos, que va más allá de la generación de riqueza material.

 

El enfoque del desarrollo humano propone ampliar las perspectivas de medición de logros que, además del ingreso o riqueza, expresen el bienestar, como es el acceso efectivo y de calidad a servicios sociales mínimos, como la salud y la educación que promuevan capacidades iniciales para alcanzar un espectro de oportunidades de desarrollo humano.

El índice de desarrollo humano regional (IDHr) es, pues, un índice compuesto por las dimensiones de salud, educación e ingreso que sirve de instrumento para la medición multidimensional de avances y desafíos en desarrollo humano y se calcula para las 10 regiones de planificación y las tres macrorregiones que conforman la República Dominicana.

 

La construcción del IDH regional de República Dominicana se realiza en base a la metodología del Informe Mundial de Desarrollo Humano, pero adecuándola a las características y disponibilidad de información de los sistemas y registros administrativos nacionales. Como resultado, se integraron indicadores nacionales que reflejan la evolución y tendencia de los indicadores globales utilizando como fuente operaciones estadísticas disponibles y sistemáticas en el marco de los sistemas estadísticos oficiales para las tres dimensiones del Índice.

 

En el país se ha avanzado en promover acceso a servicios sociales básicos lo que se traduce en un medio para lograr mayores niveles de desarrollo humano. De acuerdo a los datos aportados por el Índice de Desarrollo Humano Regional (IDHr), entre el 2010 y el 2022, el desarrollo humano en República Dominicana mostró una tendencia positiva y registró un incremento de 21.7%.

 

La pandemia de COVID-19 provocó un descenso de las dimensiones del IDH reflejando efectos para los índices de Salud, Educación e Ingresos. Este evento implicó por primera vez un retroceso en el comportamiento del IDH durante 2 años consecutivos; con relación al año 2019, en 2020 y 2021 se registró una disminución de 1.6 y 3.2% respectivamente. Las regiones Yuma (El Seibo, La Altagracia y La Romana) y Ozama (Distrito Nacional y Santo Domingo) experimentaron, por su parte, la mayor reducción con 3.9 y 2.9% respectivamente.

 

El país demostró una vez más su capacidad de resiliencia en el año 2022. Para este comportamiento, contribuyó el enfoque del gobierno de dar continuidad a las políticas públicas de reducción de la pobreza y los impactos de un nuevo programa de mitigación de la crisis desde el 2020 que permitieron atenuar los efectos de la Pandemia. El programa tuvo entre sus resultados un aumento del gasto en salud, expansión de la cobertura del seguro familiar de salud logrando proteger más del 90.0% de la población y el destacado plan nacional de vacunación, con el cual el país se posicionó como uno de los pioneros de la región de América Latina. De igual modo, para aliviar los previsibles impactos para el sector privado, el gobierno puso en marcha un programa de apoyo a las empresas con créditos blandos y transferencia de una proporción del salario de los trabajadores formales registrados en el sistema de seguridad social. Para el sector social, se implementó la expansión vertical y horizontal de los programas de protección social no contributiva alcanzado a proteger 1,500,000 hogares, con efectos en mitigar los efectos del choque en el consumo de los hogares más pobres y vulnerables.

 

En la fase posterior a la Pandemia, los datos señalan que el desarrollo humano a nivel nacional ha tendido a recuperar su ritmo y logró obtener un valor prácticamente igual que el obtenido en el año 2019.

Barahona

PNUD

El enfoque de desarrollo humano reflexiona sobre los determinantes que limitan alcanzar una vida plena y el empoderamiento para autonomía de decisiones a favor de la realización personal. En este contexto, las asimetrías territoriales que expresan desiguales oportunidades de las personas para ejercer sus derechos expresado en acceso con calidad de la cobertura a servicios sociales, a empoderamiento para la participación social y económica atentan en contra del crecimiento inclusivo y el desarrollo humano sostenible.

 

El análisis derivado de la Plataforma Territorial de Desarrollo Humano 2010-2022, evidencia diferentes ritmos de evolución en el crecimiento del valor del IDH para los territorios y refleja que los frutos del alto crecimiento económico logrado por el país hasta el año 2019 no impactaron por igual a todas las personas en las 10 regiones geográficas investigadas.

 

El mapeo del desarrollo humano en los territorios muestra dos contextos en términos de calidad de vida: a medida que nos acercamos a la zona fronteriza; ya sea norte o sur, las regiones tienen la clasificación de desarrollo humano medio bajo y bajo, expresando que, aunque se ha avanzado en el desarrollo humano persisten en dichos territorios menores niveles de cobertura, brechas de calidad en los indicadores socioeconómicos analizados, así como una mayor tasa de pobreza monetaria y multidimensional. En adición, la reducida inversión pública y menores oportunidades de inserción laboral combinado con limitaciones para la inserción laboral y el trabajo decente han caracterizado las condiciones de vida.

● El mapa muestra que dos (2) regiones comparten la categoría de desarrollo humano medio bajo: Cibao Norte (Espaillat, Puerto Plata, Santiago) y Valdesia (Azua, Peravia, San Cristóbal, San José de Ocoa) registran un nivel de avance inferior a las regiones anteriormente mencionadas, puesto que persisten brechas importantes que limitan su potencial de desarrollo.

● Los resultados señalan que cuatro (4) regiones comparten la categoría de mayor rezago o desarrollo humano bajo. Estas son: Cibao Noroeste (Dajabón, Montecristi, Santiago Rodríguez, Valverde), El Valle (Elías Piña, San Juan), Enriquillo (Bahoruco, Barahona, Independencia, Pedernales) y Yuma (El Seibo, La Altagracia, La Romana).

 

Esto se combina con regiones a nivel central del país que registran un nivel intermedio de desarrollo humano donde la producción y el empleo tienen carácter dinámico y se ha expandido oportunidades de acceso a servicios sociales, y la capacidad de oferta y la inversión pública ha sido más equitativa.

 

● Al categorizar el IDH a nivel territorial se evidencia un mayor nivel de desarrollo humano en la región Ozama (Distrito Nacional y Santo Domingo), única región en la categoría de desarrollo humano alto.

 

● En el nivel intermedio se encuentran las regiones de desarrollo humano medio alto: Higuamo (San Pedro de Macorís, Monte Plata, Hato Mayor), Cibao Nordeste (Duarte, María Trinidad Sánchez, Hermanas Mirabal, Samaná) y Cibao Sur (La Vega, Monseñor Nouel, Sánchez Ramírez) comparten esta categoría y exhiben progresos importantes en sus indicadores de desarrollo durante el periodo 2010-2022.


Índice de Desarrollo Humano Ajustado (IDH-A)

 

El Índice de Desarrollo Humano ajustado por la Desigualdad (IDH-A) ajusta el IDH según la desigualdad en la distribución de las dimensiones entre la población. El IDH-A da cuenta de las desigualdades en las dimensiones del IDH “descontando” el valor promedio de cada dimensión según su nivel de desigualdad y expresa una proporción como medida que estima la distancia o diferencia de las personas con relación a una distribución igualitaria o la superación de la variable de privación en las dimensiones del desarrollo humano.

 

Es fundamental profundizar generando un análisis de las desigualdades dado que las asimetrías en logros de progreso a través de los territorios o segmentos de población son determinantes para los avances del país en acumular mayores estadios de desarrollo humano. Evidenciar las desigualdades que persisten a nivel de los territorios provee una medida del nivel de esfuerzo que se requiere desde distintos ámbitos de las políticas públicas para avanzar en términos de calidad de vida y desarrollo humano sostenible.

 

El IDH-A se basa en un conjunto de índices compuestos sensibles a la distribución del bienestar que logran las personas propuesto por Foster, López-Calva y Szekely (2005), que a su vez hace uso de la familia de medidas de desigualdad de Atkinson (1970). Se calcula como una media geométrica agregada de las medias geométricas para cada dimensión del IDH por separado.

 

Por consiguiente, el IDH-A es el nivel real de desarrollo humano (considerando su desigualdad), mientras que el IDH puede considerarse como un índice de desarrollo humano “potencial” (o el nivel máximo del IDH-A) que podría lograrse de no haber desigualdad. La “pérdida” en desarrollo humano potencial debido a la desigualdad está dada por la diferencia entre el IDH y el IDH-A y puede expresarse en términos porcentuales.

 

Puesto que el IDH se basa en agregados a nivel de las regiones de planificación, el IDH-A debe hacer uso de fuentes alternativas de datos para saber cómo se distribuye cada dimensión. En ese sentido, se seleccionaron variables proxy para las dimensiones de salud y educación, en tanto que se utilizó la distribución de la misma variable de ingreso del IDH (ingreso per cápita).

 

Los resultados del IDH-A muestran que el índice de desarrollo humano del país perdió 19.4% durante el año 2022, cifra muy similar a la pérdida promedio de 21.9%registrada para el periodo acumulado 2016-2022. La mayor pérdida por desigualdad durante el año 2022 se registró en la dimensión Educación con 27.6%; en el caso de la dimensión de Ingreso, la pérdida fue de 19.4%, en tanto que en la dimensión de Salud se observó la menor pérdida con 16.0%. Al observar las cifras a nivel regional, se aprecia una mayor pérdida en las regiones Enriquillo (-32.5%), El Valle (-27.4) y Valdesia (-24.0%) reflejando que la desigualdad es más alta en las regiones de desarrollo humano bajo o medio bajo. En sentido opuesto, las regiones Ozama (-17.1%) e Higuamo (-20.6%) exhiben las menores pérdidas por desigualdad en el valor del Índice de Desarrollo Humano.

 

Con esta plataforma invitamos a los tomadores de decisiones, universidades y el público en general a explorar y sacar provecho de las series de datos que tenemos a su disposición, a fin de profundizar en el análisis del Desarrollo Humano en la República Dominicana desde una perspectiva territorial vinculada a los Objetivos de Desarrollo Sostenible, la Agenda 2030 y la Estrategia Nacional de Desarrollo.

 

Los principales resultados en materia de desarrollo humano durante el periodo 2010-2022 que arroja esta plataforma son:

 

● Durante el periodo 2010-2022 el IDH regional muestra una tendencia positiva, a pesar de que la pandemia de COVID-19 provocó un descenso generalizado durante los años 2020 y 2021.

 

● A 2022, el país se caracteriza por la preponderancia de regiones en la categoría de desarrollo humano medio alto y medio bajo, situación distinta a la existente en 2010.

 

● En el periodo analizado se redujo en 17.0% la proporción de personas que habitan en territorios de desarrollo humano bajo. Otro dato que avala el desempeño positivo es que en 2010 de las 10 regiones de planificación, cinco (5) regiones se clasificaban con desarrollo humano bajo, mientras que en 2022 cuatro (4) pertenecen a esta categoría.

 

● La única región con desarrollo humano alto es Ozama o metropolitana, cuya clasificación ha sido consistente durante todo el periodo analizado.

 

● En 2022 la región Yuma (compuesta por las provincias El Seibo, La Altagracia y La Romana) presenta el nivel más bajo de desarrollo humano a nivel nacional. Le sigue muy de cerca la región Enriquillo (Bahoruco, Barahona, Independencia y Pedernales) con el segundo nivel más bajo.

 

● La región El Valle (Elías Piña y San Juan) exhibe la mayor tasa de crecimiento promedio del IDH durante el periodo 2010-2022; sin embargo, en 2022 pertenece todavía al grupo de desarrollo humano bajo y el valor de su IDH es el tercer más bajo del país.

 

o Esta región, además, presentó el peor desempeño en lo que respecta al índice de salud con un crecimiento promedio anual de apenas 0.4%. De manera opuesta, Valdesia (Azua, Peravia, San Cristóbal y San José de Ocoa) exhibió el mayor crecimiento anual durante el periodo (2.2%).

 

o En cuanto a la evolución del índice de educación, la región El Valle creció anualmente 5.2%, cifra tope a nivel nacional. Sin embargo, esta región permanece siendo una de las dos más rezagadas en materia educativa al ocupar la penúltima posición entre las 10 regiones de planificación del país, solo superada por Enriquillo.

 

● El 45.6% del ingreso se concentra en el quintil más rico, en tanto que el más pobre sólo percibe el 6.1% (SISDOM 2022).

 

● Durante el periodo 2016-2022, el país perdió alrededor de un 22% de su potencial de IDH debido a la desigualdad. Cuando se descompone el IDH por las tres dimensiones que lo componen, se pudo observar que la dimensión Educación exhibió la mayor pérdida con 27.6%. En el caso de las dimensiones de Salud e Ingreso las pérdidas fueron de 16.1% y 21.6%, respectivamente.

 

● Durante el periodo 2016-2022, Enriquillo (-30.1%) y El Valle (-27.6%) mostraron las mayores pérdidas por desigualdad, lo opuesto de Ozama (-18%) e Higuamo (-20.4%).

 

● Si se analiza el desempeño del país en materia de salud, persisten resultados muy inferiores a la media de América Latina y El Caribe:

 

I. Por cada 1,000 nacidos vivos, alrededor de 17 niños fallecen antes de alcanzar su primer año de , cifra que supera con creces la media de la región.

 

II. República Dominicana exhibe la tercera tasa de mortalidad infantil más alta en América Latina y El Caribe, solo superada por Haití y Dominica. El promedio de médicos por 10 mil habitantes de América Latina y el Caribe es 1.6 veces superior al de República Dominicana. En el caso del promedio de camas por cada 10 mil habitantes la brecha del país es de 18%.

 

● En la dimensión de educación se pueden observar los siguientes resultados

 

I. La proporción de la población que ha culminado al menos la primaria a la edad de 25 años o más, alcanzó el 65.8% en 2022, lo que equivale a un incremento de un 25% con relación a 2010. Estos resultados evidencian brechas históricas que han limitado el logro de un mayor nivel educativo de la población dado el dinamismo de la economía. Se requiere mayores esfuerzos y políticas focalizadas para transformar las oportunidades en los mercados laborales donde la tasa de informalidad ha afectado más de la mitad de la población trabajadora durante dicho periodo.

 

II. Por su parte, la tasa de cobertura o matriculación del nivel medio ha experimentado un crecimiento promedio anual de 2.6%. En el caso de la región El Valle el incremento fue de 6.1%, cifra más alta a nivel nacional. Pero, los datos muestran aún desempeños modestos para todas las regiones para lograr la universalidad de este derecho en los territorios donde persisten brechas de cobertura entre un 38.0% en Cibao Noroeste – una región fronteriza y un 22.0% en Higuamo – de la macrorregión Este.

 

III. En lo que respecta a las tasas de culminación de los niveles básico y medio, se puede observar un notable crecimiento durante el periodo 2010-2022. En efecto, ambas tasas se han duplicado en 2022 con relación a los valores registrados en 2010.

 

● Al observar los resultados de la dimensión de ingreso se puede observar que:

 

I. En 2020, año inicial de la pandemia de COVID-19, República Dominicana ocupó la posición 14 de 40 países en la región en lo que respecta al desempeño del Producto Interno Bruto (PIB) que se redujo en 6.7%, valor similar a la media regional.

 

II. En 2020 el ingreso familiar promedio se redujo en alrededor del 10%; al desagregar por nivel educativo, se observa que para la población con estudios universitarios completos este indicador experimentó la reducción más drástica con un 17%. La pandemia de COVID-19 fue un factor clave en la reducción del ingreso familiar promedio.

 

III. A pesar de un exitoso programa de mitigación de los efectos de la Pandemia, la caída de los ingresos se asocia al incremento de la población inactiva en 2020 como resultado de las medidas implementadas para contener sus efectos. En efecto, más de 400 mil nuevas personas (58% de las cuales fueron mujeres) pasaron a formar parte de la población inactiva, lo que redujo la capacidad productiva de los hogares dominicanos.

 

IV. A partir de 2021 se pudo apreciar un crecimiento del ingreso promedio familiar cuyo valor registró un aumento de 5.6%. En 2022, con un incremento de 11%, este indicador superó el valor pre-pandemia, reflejo de la recuperación económica que ha experimentado el país. La dimensión de ingresos ha sido un motor de suma importancia para la recuperación del Índice de Desarrollo Humano en 2022.

 

V. Este resultado se ve corroborado por la recuperación del PIB en 2021. República Dominicana se ubicó entre las diez economías con mejor desempeño en la región con un incremento del PIB de 12.3%. A pesar de que el incremento en 2022 alcanzó un valor más modesto de 4.9%, se debe resaltar que superó la media regional.

 

VI. Las regiones Valdesia (+41.3%) e Higuamo (+26.1%) mostraron la mayor recuperación del ingreso familiar promedio entre 2020 y 2022, en tanto que Enriquillo (+3.1%) presentó el crecimiento más bajo.


Desigualdad de Género

La igualdad de género es un objetivo de política internacional reconocido por sus valores tanto intrínsecos como instrumentales. Las desventajas que enfrentan las mujeres y las niñas son una fuente importante de desigualdad. Con demasiada frecuencia, las mujeres y las niñas son discriminadas en la salud, la educación y el mercado laboral, con repercusiones negativas para sus libertades. El Índice de Desigualdad de Género (IDG) es una medida de estas desigualdades construida sobre el mismo marco que el IDH, para exponer mejor las diferencias en la distribución de los logros entre mujeres y hombres. Está diseñado para revelar en qué medida la desigualdad de género erosiona los logros nacionales en materia de desarrollo humano y para proporcionar bases empíricas para el análisis de políticas y el diseño y ejecución de programas.

 

El índice de Desigualdad de Género Regional (IDGr) refleja las desventajas de género de las regiones de República Dominicana en tres dimensiones: salud reproductiva, empoderamiento y el mercado laboral. El valor del índice refleja la pérdida en el potencial de desarrollo humano como resultado de la brecha de los logros al comparar entre mujeres y hombres. Este valor varía desde 0, donde mujeres y hombres obtienen los mismos resultados, hasta 1, donde un género obtiene los peores resultados posibles en todas las dimensiones medidas. La metodología de construcción de este índice a nivel regional es la misma utilizada para calcular el IDG mundial, utilizando los mismos indicadores, pero a nivel de las regiones de planificación del país.

 

El análisis de los resultados señala que una de las principales fuentes de desigualdad en el país son las inequidades de género que constituye una barrera para el desarrollo humano. Los resultados del IDG registrados en el año 2022 muestra que la desigualdad de género ha disminuido respecto a 2010 en 4.7%. La evolución para todo el periodo analizado presenta un ritmo lento en su reducción reflejando las limitaciones que enfrentan las mujeres en ámbitos como el mercado de trabajo, salud sexual y reproductiva, digitalización, empoderamiento económico, seguridad física y participación política, entre otros.

 

Solo una de las diez regiones de planificación incrementó la desigualdad de género durante el periodo 2010-2022 (Cibao Norte); es notable, por otro lado, la reducción experimentada por las regiones Cibao Sur (22.7%) y Enriquillo (15.3%), ambas cifras tope a nivel nacional.

 

A pesar de la disminución de la desigualdad de género antes mencionada, resulta preocupante que la mayoría de las regiones del país todavía registran altos niveles de desigualdad de género: dos regiones (Cibao Noroeste, Cibao Norte) pertenecen al grupo de desigualdad de género alta y cuatro al grupo de desigualdad media alta (Cibao Nordeste, El Valle, Yuma, Valdesia). Por su parte, Higuamo, Ozama y Enriquillo se ubican dentro de la clasificación de desigualdad de género medio baja. Cabe destacar, además, que la región Cibao Sur es la única que exhibe un nivel de desigualdad de género bajo (0.360).

 

Al observar de manera individual el comportamiento de los indicadores que conforman el IDG, surgen escenarios que explican el nivel generalizado de desigualdad de género en el país. Una muestra de ello son los resultados de las elecciones de 2020, que tuvieron como consecuencia la reducción generalizada de puestos electivos para la mujer dominicana. De hecho, de ocupar el 35% de los puestos congresuales y municipales en las elecciones del año 2010, las mujeres pasaron a ocupar tan solo 25.8% en las del año 2020. Otra cifra preocupante es que 10 provincias carecen de representación femenina en el congreso, según los resultados electorales de 2020. Las regiones Cibao Nordeste y El Valle son las regiones con la menor representación femenina a nivel congresual (apenas 12.5% en cada una).

 

Analizando el valor puntual del IDG para el año 2022 el país pierde un 41.8% del potencial de desarrollo humano por las inequidades de género. Estos resultados requieren un análisis integrado a mayor profundidad que permita evaluar las desigualdades de género desde sus determinantes sociales, económicos y conductuales, para profundizar revelando cuál es el ecosistema y las normas sociales que “perpetúan y normalizan” las inequidades de género en las esferas privada y pública afectando a la mitad de la población dominicana.

Barahona

PNUD

 

Los principales resultados en materia de desigualdad de género en el periodo 2010-2022 se resumen a continuación:

 

 

● La desigualdad de género, medida por el IDG Regional, se redujo alrededor del 3% anualmente durante el periodo 2010-2022. El Cibao Sur (La Vega, Monseñor Nouel y Sánchez Ramírez) exhibieron la disminución promedio más pronunciada con un 12.4%.

 

● El crecimiento de la desigualdad de género provoca una pérdida de 41.8% del potencial de desarrollo humano.

 

● Desde el 2020, se observa un retroceso en la presencia de mujeres en puestos electivos, pasando de ocupar el 35% de los puestos congresuales y municipales en 2010 a 26% en 2020.

 

● Otra cifra preocupante es que 10 provincias carecen de representación femenina en el congreso, a partir del 2020. Cibao Nordeste y El Valle son las regiones con la menor representación femenina a nivel congresual (apenas 12.5% en cada una).

 

● Por otro lado, si se observa el desempeño del país en materia de salud reproductiva, persisten resultados muy inferiores a la media de América Latina y El Caribe y de los países de ingreso alto, grupo al que pertenece la República Dominicana. Es decir, que el país ha tenido un desempeño inferior en temas como el embarazo en adolescentes y la mortalidad materna e infantil:

 

I. Por cada 1,000 nacidos vivos, 63 madres tienen entre 15 y 19 años.

 

II. Aproximadamente 90 mujeres fallecen por causas relacionadas con el parto por cada 100 mil nacidos vivos.

 

III. República Dominicana está entre los 10 países con mayores tasas de mortalidad materna en América Latina y El Caribe.

 

IV. La mortalidad materna del país es 1.2 veces mayor al promedio de América Latina y El Caribe.

 

● En la dimensión mercado de trabajo persisten brechas considerables. A pesar de que el 21% de las mujeres ocupadas se han graduado de la universidad, frente a 9% de los hombres, se observa que:

 

V. A nivel general, el ingreso laboral de la mujer (ingreso de asalariados y trabajadores independientes) es 21.1% inferior al de los hombres. En el caso específico de las mujeres con estudios universitarios, esta brecha asciende a 24.2%.

 

VI. Cuando la mujer solo ha culminado la secundaria o estudios técnicos, su ingreso laboral es 32.9% inferior al de los hombres con igual tipo de estudios.

 

VII. Si la mujer solo ha culminado la primaria, la brecha de ingreso laboral asciende a 39.1%.

 

VIII. La participación laboral de los hombres es 1.5 veces superior a la de las mujeres. De hecho, la tasa de ocupación de las mujeres es 37.4% inferior a la de los hombres.

 

IX. Por cada hombre inactivo en el mercado de trabajo hay más de dos mujeres.


Índice de Pobreza Multidimensional (IPM)

PNUD

El Índice de Pobreza Multidimensional (IPM) es un indicador que permite medir la proporción de la población que enfrenta múltiples carencias en sus condiciones de vida que ocurren al mismo tiempo. Esta métrica expande la mirada de la pobreza más allá de la medición que utiliza solo el indicador del nivel de ingreso que era utilizada antes del año 2010, fecha en la cual el PNUD propone el indicador en el Informe global de Desarrollo Humano. El IPM fue desarrollado por la Iniciativa de Pobreza y desarrollo humano de la Universidad de Oxford (OPHI) y el PNUD, aplicando la metodología propuesta por dos economistas Sabine Alkire y James Foster y se ha convertido en una herramienta innovadora la cual los países han ido adaptando a sus contextos nacionales.

 

Tradicionalmente las ciencias económicas planteaban una alta relación de la pobreza con el ingreso como variable que permitía establecer una línea divisoria entre personas pobres y no pobres. Sin embargo, al estudiar a mayor profundidad la complejidad de la pobreza considerando las privaciones y vejaciones de derechos que persisten a pesar de lograr niveles de ingresos dignos, motivaron el diseño de la metodología multidimensional utilizando variables no monetarias.

 

La flexibilidad metodológica permite adaptar la métrica a las realidades de los países al calcular indicadores disponibles en los sistemas estadísticos nacionales y rediseñar este innovador instrumento, respetando la rigurosidad estadística y pruebas de calidad del indicador. Cada país puede desarrollar el indicador aplicando la metodología y seleccionar las variables que tienen mayor peso en discriminar las personas en situación de pobreza multidimensional y las que se encuentran fuera de ella.

 

Este índice complementa la medición de la pobreza monetaria, ampliando la mirada para enfocar brechas que persisten más allá de alcanzar un determinado umbral de ingresos. Este método permite también identificar los segmentos de población y zonas geográficas en el territorio donde la incidencia de la pobreza multidimensional es mayor, para disponer de un instrumental que ayude a formular políticas públicas adecuadas a sus vulnerabilidades y focalizar las áreas donde se concentra una mayor incidencia de las privaciones.

 

La República Dominicana se encuentra entre los países que han desarrollado IPM nacionales para contribuir de forma más efectiva a las políticas de erradicación de la pobreza y promover medidas que permitan el monitoreo de los avances en materia social y económica. Este logro ha posicionado el país en un lugar destacado dada la importancia estratégica y la utilidad como indicador que apoya una mirada de la pobreza consistente con los ODS para el cumplimiento de la Agenda de Desarrollo Sostenible al 2030.

 

Una muestra de la versatilidad de esta herramienta es la elaboración reciente del “Índice de Pobreza Multidimensional con foco en mujeres para América Latina y el Caribe” con el fin de poder analizar las barreras que enfrentan las mujeres en dimensiones como salud y violencia, educación y acceso a las TIC, trabajo, vivienda y acceso a servicios básicos, derechos económicos y participación. La elaboración de esta métrica evidenció la sobre representación de las mujeres en la pobreza y formular recomendaciones de política de género transformadoras.

 

En adición, desde el Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo se calculó el Índice de Pobreza Multidimensional de Latinoamérica (IPM-LA) con datos de la Encuesta Nacional Continua de Fuerza de Trabajo (ENCFT) del Banco Central. Esto permitió crear una serie de tiempo desde el año 2000 y de forma periódica se actualizan los datos de este indicador.

 

Entre los principales resultados se destaca que para el año 2010, el 31.8% de los dominicanos vivían en hogares multidimensionalmente pobres, esta cifra se redujo a 13.4% en el 2022, con una diferencia de 18.4 puntos porcentuales1.

1Resultados del cálculo utilizando las estadísticas de pobreza que aporta el Sistema de Indicadores Dominicanos (SISDOM) del Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo.

 

Durante el 2022, la región del Cibao Nordeste registró la menor proporción de hogares privados con 6.8%, a diferencia de la región Enriquillo, cuyos habitantes conviven en un contexto más precario, donde los hogares en condición de pobreza multidimensional registraron la mayor tasa de pobreza con un 35.3%. La región Ozama, que incluye la provincia Santo Domingo y el Distrito Nacional y donde el progreso económico ha sido más dinámico, registró un 11.7% de personas en hogares multidimensionalmente pobres. Los datos procesados muestran una correlación entre regiones de desarrollo humano bajo y un elevado porcentaje de hogares en la pobreza multidimensional, como experimentan las personas que habitan en las regiones Enriquillo (35.3%), Yuma (26.7%), El Valle (22.6%) y Cibao Noroeste (11.5%).

 

Por último, cabe mencionar que la óptica del análisis multidimensional de la pobreza ofrece un marco más integral para comprender las distintas caras de la pobreza, lo cual afecta significativamente la calidad de vida de las personas. Esto permite crear nuevas políticas públicas que sean más efectivas y equitativas para combatir la pobreza en todas sus formas para “no dejar a nadie atrás”.


Índice de Vulnerabilidad ante Choques Climáticos (IVACC)

 

El Índice de Vulnerabilidad a Choques Climáticos surge como exploración de una métrica multidimensional que refleje las dimensiones de vulnerabilidad que enfrentan los segmentos de población para la medición de la probabilidad de afectación frente a eventos climatológicos extremos. La República Dominicana es un Estado Insular en Desarrollo – SID por sus siglas en inglés ubicado en el caribe justo en la ruta de huracanes y tormentas. En este contexto, las estadísticas disponibles reflejan repercusiones importantes en el país con pérdidas por desastres que han implicado un impacto alrededor del 0.3% del Producto Interno Bruto en solo un año. En adición, los sectores que se ven más afectados debido a estos desastres naturales son agricultura, obras públicas y el sector de servicios, que son altos generadores de empleo y relacionado con los elevados niveles de informalidad laboral ha lesionado ampliamente los medios de vida de los segmentos de población con menor capacidad de resiliencia.

 

Frente a la situación de emergencia, el IVACC ha sido una herramienta fundamental para poder identificar cuáles son las zonas de mayor vulnerabilidad y disponer de un Mapa de Vulnerabilidades a nivel de los territorios.

 

Asimismo, este indicador ha permitido articular instituciones y organismos del estado para proveer una alerta temprana frente a los huracanes y tormentas y evitar mayores repercusiones de estos choques en proteger la vida, los medios económicos y herramientas de trabajo, los activos y la salud.

PNUD

Esta medida tiene el potencial de proveer las evidencias y un instrumental estadístico que permite prever los impactos en los territorios de los desastres por inundaciones y deslizamientos de terreno aportando a las políticas normativas de planificación y ordenamiento territorial, medio ambiente, ciudades sostenibles y resilientes, entre otras. Con la aplicación del modelo a amplios conjuntos de datos como el sistema de focalización de la pobreza del Sistema Único de Beneficiarios Único y los Censos Nacionales de Población se cuenta con información de las vulnerabilidades a nivel de los municipios, los barrios, llegando hasta el nivel de los hogares. Esta capacidad ha provisto las herramientas para seleccionar ex antes ocurra el evento zonas específicas de mayor afectación para priorizar las políticas de respuesta y enfocar poblaciones vulnerables a lo interno de los hogares quienes tienen menor capacidad de resiliencia, como los menores de 5 años.

 

Este Índice fue desarrollado por el Sistema Único de Beneficiarios (SIUBEN) con el acompañamiento técnico del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en el año 2014 contribuyendo a las políticas sociales, de recuperación y resiliencia. El IPM del país fue pionero en el mundo en poder medir la vulnerabilidad a nivel de hogares, por lo cual ha sido referente internacional replicándose en otros países de la región.

 

Una de sus fortalezas es poder estimar la cantidad de hogares que pueden ser impactados, que facilita la planificación del traslado de los desplazados a zonas más seguras, y la estimación de las familias que requieren ayuda especifica considerando las poblaciones vulnerables.

 

Los datos indican que de las viviendas que se encuentran registradas en el SIUBEN a través del 3er Estudio Socioeconómico de Hogares del 2018, el 25.1% tienen un IVACC alto equivalente a 525,407 hogares en las zonas prioritarias de pobreza. Las provincias que tienen la mayor cantidad de hogares en esta categoría son el Seibo (47.0%), Azua (46.0%) y Hermanas Mirabal (43.0%).

 

Por otro lado, La Romana (89.5%) y Pedernales (80.4%) son las provincias que tienen la mayor cantidad de hogares con un IVACC bajo. La República Dominicana agrupa sus provincias en 10 regiones de planificación donde el 39.0% del Cibao Nordeste (Duarte, Samaná, Hermanas Mirabal) y el 38.4% de El Valle (Azua, San Juan y Elías Piña) tienen hogares con IVACC alto.

 

La utilización de datos para generar respuestas ágiles frente a eventos es esencial para fortalecer la capacidad de resiliencia ante choques climáticos. Generar evidencias y sistematizar registros de datos a nivel de los hogares de forma precisa ha permitido identificar las poblaciones más vulnerables, eficientizar los operativos de emergencia frente a los choques adaptando las estrategias a dichas vulnerabilidades.